martes, 22 de diciembre de 2009

Mitsubishi lancer evo VII


Mitsubishi concibe la séptima generación de su vehículo más emblemático partiendo desde cero. De hecho, ha desaparecido cualquier rastro de la denominación Carisma y se ha adoptado el nombre tradicional del mercado japonés: Lancer. Sin embargo, empezar a concebir un nuevo producto desde el principio no implica despreciar la experiencia adquirida. Es un lujo que Mitsubishi, con cuatro Campeonatos del Mundo de Rallies en sus vitrinas entre otros méritos deportivos, no puede permitirse.

El resultado, según el propio fabricante, es un coche de competición apto también para el uso cotidiano que incorpora el saber hacer de la marca japonesa en apartados como la tracción total asistida por la electrónica.

Recorriendo paso a paso los distintos componentes del vehículo, incidiremos, en primera instancia, en el motor. Es el mismo de versiones anteriores en lo básico, aunque recibe mejoras en el turbocompresor y también en el intercambiador de calor (‘intercooler’) para mejorar la eficacia de ambos elementos. El rendimiento se ve mejorado también gracias a un sistema de refrigeración con agua que envía al ‘intercooler’ tres chorros de agua. El conductor puede gobernar tal refrigeración en modo manual o automático. La potencia obtenida por el propulsor de 2.0 litros es de 280 CV. Aún más impresionante es el par motor de 350 Nm que se ofrece entre las 2.750 y las 5.500 rpm, con un pico máximo de 383 Nm a 3.500 rpm. La traducción de estas últimas cifras a la práctica significa que disponemos de un margen de utilización bastante amplio.

Otro elemento fundamental del Lancer Evolution VII es la transmisión. Mitsubishi ha derrochado pericia a la hora de procurar al Lancer un caudal tecnológico que va más allá de la mera tracción total. Tanto el diferencial central (reparte el par entre el eje delantero y el posterior), como el trasero (reparto de la potencia entre cada una de las ruedas del eje) cuentan con una gestión electrónica que varía de acuerdo con la conducción que estemos practicando o la superficie sobre la que ruede el vehículo. Los dos sistemas se denominan ACD (Active Center Differential, o Diferencial Central Activo) y AYC (Active Yaw Control, o Control de Guiñada Activo) están gobernados por una misma centralita, de modo que actúan de forma coordinada y dan respuesta conjunta a las distintas situaciones que puedan producirse. El primero de los dos mecanismos citados (el ACD) permite al conductor intervenir en su gobierno puesto que tiene a su disposición tres programas con mayor o menor adherencia previstos para asfalto normal, asfalto mojado o tierra y superficies muy deslizantes como barro o nieve.



Bastidor y suspensiones del Mitsubishi Lancer Evolution VII se han resuelto de modo que aumente la rigidez y la eficacia sin que se vea incrementado el peso. Las vías se han ensanchado y los recorridos de la suspensión son ahora mayores.

Además de lo dicho, Mitsubishi pone a disposición de sus clientes versiones especiales y aligeradas del Lancer Evolution VII para que puedan destinarse a la competición. Hay dos especificaciones distintas según el coche vaya a dedicarse a las pruebas deportivas de tierra o asfalto.

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